viernes, 5 de enero de 2018

Cuatro relatos



Retomo, tras una temporada de intenso ajetreo, mi participación en el proyecto AdoptaUnaAutora con esta nueva entrada sobre Alicia Pérez Gil, mi autora adoptada. Lo cierto es que, tras este paréntesis y en tan solo unos meses, la figura de Alicia ha crecido tanto que las primeras entradas que escribí me parecen ahora bastante ingenuas. Desde entonces Alicia ha escrito, ha dado charlas y cursos, ha empezado proyectos y, lo más importante, ha dado un giro a su vida. Pero no hace falta que lo cuente yo, aquí mismo lo hace ella.

En esta ocasión, de lo que voy a hablar es de cuatro relatos de Pérez Gil, los que están publicados en Ficción Científica. Bueno, en realidad son cinco, pero uno de ellos fue incluido en la antología Inquilinos  de la propia autora, que ya reseñé en su momento. Son relatos antiguos, de antes de la «nueva era», pero tienen la fuerza que caracteriza a Alicia, esa que la ha llevado hasta donde se encuentra ahora.

Ficción Científica es una web dedicada a la literatura de ciencia ficción en la que se ofrecen noticias, se reseñan libros y se pueden leer online y descargar relatos de muchos escritores; de hecho, es una plataforma en la que algunos de los mejores autores en español del género han dado sus primeros pasos. Alicia Pérez Gil ya tenía una trayectoria a sus espaldas cuando llegó a Ficción Científica, pero dejó también allí las huellas de su paso. Cuatro, en concreto, que son las que paso a comentar a continuación. Son cuentos muy cortos, como pequeñas píldoras, así que ni siquiera a reseñas llegarán mis comentarios. Son más bien impresiones que me sirven como excusa para enlazar los relatos, que podéis disfrutar en toda su plenitud.

Y cuidado, no por ser cortos son inocuos. La que avisa no es traidora.

1.- El tren de la felicidadde “Felicity Happyness”. Etiquetado como: Baja fantasía.
La calificación de “Baja fantasía” está justificada solo por la aparición de un elemento fantástico al final del relato, pero el núcleo duro está antes. Empiezo a pensar que Pérez Gil es una de las maestras (de los maestros) de este país en describir elementos cotidianos con toda su crudeza, en explorar las esquinas donde guardamos los objetos oxidados y los olvidamos hasta que un buen día nos cortamos con ellos. A mí este cuento me ha dejado un sabor amargo que agradezco como agradezco siempre la verdad, aunque esa verdad sea una bofetada.

2.- La habitación de pensar. Etiquetado como: Baja fantasía.
Mensaje potente encerrado en pocas palabras. De nuevo, elemento fantástico coronando el relato, pero sin ser el centro de la historia. El centro de la historia es algo que ha llenado novelas y tratados de filosofía durante siglos. Ahí lo dejo.

3.- Pececillos de plata. Etiquetado como: Baja fantasía.
En este cuento reconozco a la Alicia Pérez Gil más hermética. Yo no lo clasificaría como baja fantasía, no sé tampoco si podría llamarse weird o algo parecido, pero tal vez lo mejor sea no ponerle etiqueta. En cualquier caso, es una historia de esas que te deja resonando, que vuelves a leer varias veces y en cada una de ellas encuentras un nuevo significado. Y todo eso en un relato de menos de quinientas palabras. Me quito el sombrero.

4.- El parpadeo. Etiquetado como: Horror.
El parpadeo tiene que ver con esas paranoias que a veces se nos meten en la cabeza y que hacen que nos atemoricemos a nosotros mismos sin darnos cuenta. Y además tiene un homenaje muy chulo a un clásico del cine de ciencia ficción… o eso al menos me ha parecido. Terror del incómodo, del que hace que mires por el rabillo del ojo para asegurarte de que todo sigue en su sitio.

En diez minutos se pueden leer los cuatro cuentos, pero no recomiendo hacerlo así. Recomiendo dejarlos reposar, cada uno de ellos, después de su lectura, antes de afrontar el siguiente. Material sensible que lo justifique, tienen.

lunes, 4 de septiembre de 2017

Entrevista a Alicia Pérez Gil


En esta ocasión, y siguiendo el proyecto AdoptaUnaAutora, os traigo la cuarta entrada sobre Alicia Pérez Gil. Se trara de una entrevista, de esas que tienes que  parar en algún momento porque ves que se te va a hacer eterna, pero seguro que os ayuda a conocer un poco más a esta personalísima autora. Eso sí, no descarte hacerle otra entrevista un poco más gamberra en un futuro cercano. Ella dice que se deja.



1.- Hola, Alicia. Desde fuera, todo parece indicar que te encuentras en tu mejor momento literario. ¿También tú lo percibes así? Y en ese caso, ¿cómo lo estás viviendo?
Desde dentro es mi primer momento literario. En 2012 publiqué Inquilinos y tuvo su pequeño recorrido, que ahora ha repuntado gracias a La Nave Invisible y la lectura conjunta que comentabas en tu post anterior. Además de eso había publicado relatos sueltos para varias antologías. Tal y como yo me veía las cosas estaban bien así. Llevo mucho tiempo dedicándome a la literatura un poco como quien canta en la ducha: hago los mejores gorgoritos de los que soy capaz y me oyen mi familia y vecinos.
       En mayo publiqué Barro con Cerbero y ahora me siento como si hubiera salido de la ducha con una toalla enrollada en la cabeza a modo de turbante y otra alrededor del cuerpo. Lo suficientemente cubierta para no resultar indecente, pero un poco escasa. Lo que quiero decir es que ahora me ve mucha más gente, me lee mucha más gente. Por poner un ejemplo, he triplicado mis seguidores en Twitter. Y me siento, sobre todo, responsable. Para que te hagas una idea, cuando firmo libros intento personalizar las dedicatorias, pero hay una frase que suele aparecer en la mayoría de ellas: disfruta de la lectura, si no puede ser de esta, de todas las demás. Es precioso que te lean y que te conozcan, pero las personas que deciden abrir las páginas de tu libro van a emplear en ti lo único que de verdad se acaba en la vida: el tiempo.
       Sí, es mi mejor momento y es increíble: fascinante, excitante, me hace muy feliz. Es como levantarse en Navidad y encontrarse un montón de regalos. Pero también lo vivo con esa responsabilidad. Y con la necesidad acuciante de escribir más. Por si se acaba. 

2.- Me interesa mucho esa relación tuya con el fandom. Tienes muchos seguidores y se nota que te gusta interaccionar con ellos; ¿crees que ese contacto directo con el lector que ahora permiten las redes es ya una herramienta necesaria para un autor?
No me gusta la pregunta por lo que implica la palabra necesario. Veamos si consigo explicarme. El fandom no es necesario para escribir. En absoluto. Pero es que no hay nada ajeno a la propia escritura que sea necesario para escribir. Uno quiere escribir y escribe. Todo lo demás es accesorio y tiene mucho más que ver con lo que ocurre después de escribir.
       No soy consciente de tener muchos seguidores, cantidades ingentes de ellos. Sé que tengo algunos y me gusta mucho pensar que cultivo una relación personal con ellos. Les dedico todo el tiempo que puedo no porque sean las personas que compran mis libros, sino porque yo he sido y sigo siendo como ellos. Yo me acuerdo de mí misma a los 25 años, cuando todas las figuras que podrían haber compartido conmigo sus experiencias como escritores vivían en una torre de marfil que no solo era muy alta sino que estaba muy lejos y me digo que somos muy afortunados porque eso ha cambiado. Me imagino a mí misma tomando una caña con Almudena Grandes hace 20 años y se me encienden los ojos de ilusión. Porque ella hacía lo que yo quería hacer en muchísimos sentidos. De hecho me lo imagino ahora y me ilusiono de la misma manera.
       Yo no soy Almudena Grandes ni en repercusión, ni en productividad ni en importancia. Pero hay personas que se leen mis libros y que ven en mí algo parecido a lo que yo veía en ella. Imagino que alguno se sentirá como yo me sentía entonces ¿cómo voy a no estar interesada en ellos? Lo estoy y quiero que ellos tengan la oportunidad de desmitificar, de acercarse, de crecer, de decidir, pero desde una perspectiva positiva.
       La relación con las generaciones que van a barrernos, en el sentido literario y en todos los demás, pueden ser de dos tipos: podemos defendernos de ellos o podemos hacerles las cosas más fáciles. Yo prefiero la segunda opción. Esto tiene mucho que ver con mi ideología literaria y mi modo de ver la vida. Hay por ahí artículos en los que explico que parte de mi obra es gratuita porque quiero que la gente lea, porque considero que el mundo será mejor si la gente lee. Puede que mi obra no vaya a cambiar a nadie, pero puede que inocule el gusanillo de la lectura en un solo lector y que ese lector lea otras cosas y que esas otras cosas le conviertan en una persona más rica, más abierta a nuevas formas de pensar. Solo con eso habrá valido la pena el esfuerzo de pegarme con adverbios y gerundios. Pues bien, relacionarme con mis lectores me permite explicarles esto de tú a tú y que vean que es verdad, que lo pienso de verdad. Hay docenas de escritoras y escritores que usan al fandom para hacerse más populares o para vender más libros. Yo prefiero tratarles como las personas que heredarán la Tierra y enseñarles que hay alguna gente buena que está dispuesta a crear espacios para que crezcamos todos. La mayoría me miran como si fuera extraterrestre, pero confío en que alguno pensará como yo y se sentirá menos solo.
       Lo digo mucho: soy una romántica.

3.- Me interesa lo de tu ideología literaria. Sé que esta es una pregunta muy tópica, pero sé también que tus ideas al respecto son muy particulares; ¿cómo ves tú el panorama editorial actual y qué crees que debería cambiar?
Aquí es donde los lectores desconectan y los editores me abren un vórtice para que me pierda 😊
       Yo el panorama actual no lo entiendo. La verdad es que no termino de comprender cómo funciona, quién se beneficia, ni cómo. Esa es la verdad. Por lo que sé, la industria literaria tradicional, que entiendo que es la que conforma el panorama del que me hablas, vive de que hay personas que escriben y personas que leen. Esas personas venden los derechos de reproducción y venta de sus obras a empresas editoriales. Las editoriales imprimen las obras, contratan a empresas distribuidoras que las distribuyen en librerías y las librerías las venden. Los lectores las compran y las leen. Como cadena no está mal. Me refiero a que, bueno, puede gustarte más o menos que para llegar de A a B haya que pasar por determinados puntos intermedios, pero no parece descabellado.   Lo que ocurre es que la cadena en cuestión no está clara.
       La escritora vende los derechos de venta y reproducción de sus obras, pero ¿a cambio de qué? Tal y como están las cosas puede que los estén vendiendo a cambio de nada. En principio se supone que es a cambio de un porcentaje de las ventas. Y digo en principio porque de verdad que puede que no sea así. En España no hay un mecanismo de control fiable que dé una cifra real de los ejemplares vendidos de un libro. Por tanto, es posible que se vendan 1000 ejemplares y la editorial diga que solo se han vendido 500. Así, la escritora cobra un porcentaje de la mitad de lo que se ha vendido. Este es el primer escollo, pero no es el más importante.
       Desde mi punto de vista, más delicada que la contraprestación es el objeto que se vende: una obra literaria ¿Por qué es diferente la venta de una obra literaria que la de un bidé? ¿Por qué no puedo vender mi libro y despreocuparme de lo demás? En este sentido creo que la autopublicación en plataformas como Lektu o Amazon es la mejor opción: vendes un ejemplar de tu libro a cada lector que decide comprarlo. No hay más. Pagas un porcentaje por cada venta a los señores libreros (que en este caso son Amazon o Lektu, los que te dan el escaparate, aunque sea digital, y listo). Tendría que suceder lo mismo en el caso de las editoriales tradicionales: ¿Quieres mi libro? Pues son 30.000€. Si te has gastado el dinero es probable que quieras recuperarlo y hagas lo posible porque se venda. Si no se vende perdemos los dos, porque no me vas a querer comprar otro. Si se vende, bueno, ya negociaremos mi próximo libro cuando lo haya. Eso no pasa ahora. Ahora grandes editoriales compran los derechos de libros que se hunden en el anonimato porque no cuesta dinero comprarlos ¿Quién gana ahí? Ni idea, pero creo que no hace falta que te diga quién pierde.
       La primera vez que propuse esto me dijeron que sí, claro, pero que entonces, si yo vendía mi libro a 30.000 y se recaudaban 100.000 y además se firmaba una serie de televisión, yo salía perdiendo. Esto no es verdad. Yo he vendido al precio que consideraba adecuado. Si he vendido por debajo de mis posibilidades tendré que negociar mejor la próxima vez. Es como cuando te compras unas zapatillas y luego las encuentras más baratas ¿es injusto lo que has pagado por ellas? No. Tú has pagado lo que te parecía correcto.
       En cualquier caso, y sé que esto tiene todas las dificultades de ejecución del mundo, lo que de verdad creo es que la literatura, la música, la pintura, el cine, todo tipo de arte o manifestación cultural, debería ser de libre acceso al público general. Por eso tengo obras en la modalidad “Paga si te gusta” de Lektu y por eso me gusta el sistema de mecenazgo de Patreon. En realidad creo que la creación artística debería estar subvencionada, pero no he desarrollado todavía un modelo sostenible. En pocas palabras: soy una horrible comunista cultural. Ya veo llover las críticas…
       Y que no se le escape a nadie que en todo este sistema, el último eslabón de la cadena, las personas que compran y leen libros, son las peor paradas. Al fin y al cabo son ellas quienes pagan el precio final. A veces no se sabe a quién. 

4.- Entremos ahora en el terreno estrictamente literario; ¿por qué el terror como género principal de tu obra?
Así, en pocas palabras, porque estaba harta de la “alta literatura” y de todos sus límites. No hay nada más fácil que escribir un drama literario, de verdad. Lo digo sin humildad porque es que me parece sencillo. Solo tienes que mirar, barnizar y reproducir. Si te sientes imaginativo puedes cambiar la estructura temporal o usar determinado tipo de construcciones. Eso me aburre. Lo leo porque hay auténticos genios de la literatura que solo escriben eso, como Philipe Claudell o mi querida señora Grandes. Lo leo y lo disfruto, pero me aburre escribirlo.
       Ahora, el terror  te permite saltarte todos los límites. Pero no me refiero a los límites literarios, sino a los límites de los personajes. En una obra de género no fantástico no es verosímil que los personajes dejen de ser ellos mismos o que encuentren capas más profundas de su personalidad. A veces parece que sí, pero el hecho es que la vida pocas veces te presenta situaciones extraordinarias y el ser humano es muy de economizar. Sin embargo en el terror puedes hacer lo que quieras, puedes exagerar hasta donde quieras porque tienes el paraguas de la maravillosa suspensión de incredulidad.
       Me llamarás tramposa porque tú y yo sabemos que yo no escribo ese terror evidentemente exagerado, pero no es trampa. Yo trato de excavar en las motivaciones de los personajes hasta que encuentro ese fin que justifica los medios y entonces nace el monstruo. Por eso es terror. Hago nacer monstruos únicos, individuos monstruosos. En las obras de género no fantástico la monstruosidad del ser humano, que es lo que me fascina, casi nunca se toca más que de refilón. O se cargan las tintas en los malvados asesinos en serie, pero ¿A quién le interesa un asesino en serie cuando puede escribir acerca de una pequeña e inocente niña que hará lo que sea necesario para salvar a su muñeca del cubo de la basura?

5.- Pero esos límites de los que hablas los podrías explorar en cualquiera de las modalidades del género fantástico y, sin embargo, has elegido el terror como medio, entiendo yo, para desenmascarar al monstruo que todos llevamos dentro. ¿Es eso una falta de confianza en el ser humano? ¿No crees que excavando a esas profundidades se puedan descubrir también facetas positivas?
Yo confío plenamente en el ser humano, en su capacidad para engañarse y para engañar al otro. Vivimos en sociedad y para eso es necesario seguir algunas normas de convivencia que garantizan la supervivencia.
       Supongo que se podrá descubrir de todo, pero no tiene mucha gracia descubrir que somos buenos. Todo el mundo piensa que es buena persona. Yo creo que soy buena gente y que mis amigos son buenos en el sentido de que prefieren hacer el bien a los demás, tienen ideales de justicia que compartimos, etc. Si descubriera que eso es cierto, pues vale, genial. Pero no es interesante. Es mucho más interesante descubrir lo que no se sabe o descubrir que es cierto algo que se creía falso. Por ejemplo, que ni mis amigos ni yo somos tan buena gente. Al final el miedo sirve también como piedra de toque para permanecer alerta y no pasarnos al lado oscuro.

6.- Háblanos un poco de Barro. Has dicho en algún momento que es la primera entrega de una trilogía; ¿cómo la has estructurado? ¿Cuándo saldrán al mercado las siguientes entregas?
Me encanta que me hagas esta pregunta 😊
       Post Scriptum es una trilogía cuya primera parte es Barro. En principio la segunda parte, Carne, sale en enero de 2018, también con Cerbero y también en formato Bolsilibro. La tercera parte dependerá, supongo, de cómo funcione la segunda y de la agenda de la editorial. Se llamará Sombra y será, por fin, de terror.
       En cuanto a la estructura, es fundamental que los lectores tengan esto en mente: se trata de una serie de tres libros que tienen un arco argumental común pero que no comparten ni personajes, ni mundos. En Barro, Alicia hace un viaje de descubrimiento que la lleva a saber quién es pero, sobre todo, a descubrir quién no es. Aprovecho para contestar aquí las dudas de algunos lectores. Escribí la entrada en el mundo fantástico de la Alicia de Barro desde la perspectiva de que era un cambio de mundo real, que efectivamente sucedía. Alicia volvía luego a su mundo, renacía, y lo hacía con un conocimiento nuevo acerca de sí misma. Es cierto que la novela entera es una gran metáfora, pero dentro de la propia ficción el viaje es real. En Carne, la segunda parte de la trilogía, la protagonista no es Alicia, pero sí empieza su propio viaje en el momento de autoconocimiento en que termina la Alicia de Barro.
       Carne es una historia de ciencia ficción en la que la protagonista, Adama, tiene que salir de la ciudad burbuja para encontrar a alguien a quien se siente muy unida. Ya no se trata de resolver un problema de identidad. Ya no asistimos al desarrollo individual de una mujer de 23 años, sino al descubrimiento del mundo de una persona que ronda la treintena y que creía que las cosas funcionaban de una manera determinada, pero resulta que no. Adama va a descubrir quiénes son los demás y cuál es su papel en el mundo del que forma parte. Sí, es otra novela de viaje y sí, el punto de partida es el mismo, pero que nadie espere una continuación estricta de Barro porque no la encontrará.
       Sombra es la tercera parte de Post Scriptum y será una novela corta de terror. Si lo piensas solo puede terminar de una manera: en Barro Alicia usa la fantasía para renacer a una realidad mejor; en Carne Adama descubre quiénes son los otros. En Sombra, el Hada Número 13 lleva a cabo la destrucción integral de todo lo anterior. Y no sé si debo desvelar más. Me muero de ganas, pero luego el perro de tres cabezas para el que trabajo me echa la bronca.

7.- Hablando del perro de tres cabezas; ¿cómo ha sido la experiencia de publicar con Cerbero?
Pues estupenda ¿Qué te voy a contar? Digo lo mismo siempre que me preguntan. Todo lo que comentaba más arriba acerca de las editoriales no se aplica a Cerbero. Ellos hacen las cosas como a mí me gustaría que las hiciera todo el mundo: con respeto al autora, a las obras y, sobre todo, a los lectores. Venden libros muy bien acabados en todos los sentidos; el contenido es de calidad y el envoltorio también. Los bolsilibros están siendo un éxito porque además de contener buena literatura son objetos preciosos y aún así son baratos. Salimos ganando todos. Puede que no ninguno nos hagamos millonarios, ero hay un beneficio evidente para todas las partes: los lectores, que al final son los más importantes, obtienen un buen producto final a buen precio, los autores cobran un precio justo por su obra (autores del texto y de las portadas, que también existen) y el editor digo yo que algo se llevará.
       En cuanto a mi experiencia personal, la verdad es que es exactamente como parece en redes sociales: trabajamos mucho nos movemos, vamos a sitios, organizamos eventos y todo eso es cansado, pero nos llevamos bien. Me decían el otro día que más que autores de una editorial parecemos un híbrido entre un quipo de fútbol y una secta. Lo cierto es que el espíritu de equipo es grande. Alguna vez me han preguntado si no voy a mandar nada a ninguna otra editorial. No lo descarto, claro, porque Cerbero no puede publicar todo lo que escribo; pero entre mi deseo de ofrecer literatura gratis, que cumplo a través de Lektu, mi Patreon y lo bien que estoy donde estoy ¿para qué? ¿Qué me van a dar otras editoriales que no me de esta? De momento, como en el famoso sketch, me quedo con el detergente Gabriel, aunque me den otro más grande, más barato y que parezca mejor.
       (Mañana es cuando me peleo con el editor y de lo dicho no hay nada, una nunca sabe. Pero hoy esto es así).

8.- Referentes literarios. ¿Cuáles son los tuyos y por qué?
Así, sin anestesia ni nada:
·                     Henry Miller porque ponía una palabra detrás de la otra sin orden ni concierto. Era el tío un incontinente verbal. Todo lo que escribió en París está lleno de vida, de hambre, de mala leche. Es  el caos hecho libros. Puede gustarte o no gustarte, pero Miller vibra como una rave.
·                Marguerite Durás por todo lo contrario. Escribe en un ejercicio continuo de contención porque lo hace sobre unas emociones tan extremas que no tiene otra manera de hacerlas llegar al lector sin caer en la caricatura.
·                 Stephen King porque, vamos a ver, si alguien es capaz de escribir 1000 páginas acerca de la vida de una tostadora y que todo el mundo habla de la tostadora cuando a la tostadora no le pasa nada en toda su vida, es que algo bueno está haciendo.
·                   Ursula K Leguin porque es Dios. Y si esa respuesta no vale, diremos que porque es la mejor escritora de fantasía del mundo. Ha hecho Los Dones. Que es todo lo contrario a la cafetera de Stephen King. Y ha hecho Terramar. Es la mujer capaz de encerrar el significado de la vida en una novela de 150 páginas.
·                   Almudena Grandes porque está cabreada y maneja muy bien una cotidianeidad en la que me veo muy reflejada.
·                Terry Pratchett porque es ágil y también está cabreado pero se lleva el cabreo por unos derroteros que nadie más usa como él.
·              Neil Gaiman porque es capaz de crear mundos propios en un tapón de refresco. Aunque este último lo menciono con la boca pequeña. Porque me gusta su imaginación y cómo mezcla opuestos y como hace evidente lo que ya era evidente pero de una forma nueva, pero me parece un tipo un poco superficial.
·                    El cine. Así a lo bestia. Porque leer está muy bien, pero no es la única manera de que le cuenten a una una historia. El cine me ayuda a romper estructuras temporales, que es algo que necesito como el comer para dar dinamismo e interés a textos demasiado planos. 

9.- ¡Vaya mezcla! Así no me extraña que alguna gente diga que lo que escribes es weird. ¿Qué te parece a ti esta etiqueta?
Weird es raro. Pero creo que yo no escribo cosas raras; es decir, mis historias tienen lógica. Al menos lógica interna. Puede que salgan elementos poco habituales, o formas poco comunes de enfrentar algunos temas. Pero Weird es Daniel Pérez Navarro. Yo si acaso un poco rarita.

10.- Y ya para terminar; ¿qué nuevos proyectos tienes en mente? ¿Qué estás haciendo ahora mismo y qué planeas para un futuro próximo? Conste que, aunque esta es la última pregunta, no descarto volver a entrevistarte en algún otro momento, que lo sepas.
Tú entrevista, entrevista, que algo queda 😊
       Estoy revisando, reescribiendo, tirándome de los pelos por culpa de ARCA, mi primera novela larga. Es una distopía que nace de un anuncio de H&M. Mientras lo miraba pensé: “madre mía la de barbaridades que hacemos para convertirnos en mujeres delgadas de rasgos prácticamente indistinguibles”. Y saltó la idea: ¿Y si las cosas cambiaran tanto que lo aceptado, lo obligatorio de hecho fuera operarse para convertirse en alguien que hoy consideramos feo o deforme? Y así llevo desde 2012, con más de 200.000 palabras escritas que no me convencen. Hay mucho material desechado en un blog dedicado en exclusiva al proyecto: https://arcalibrouno.wordpress.com/



       También escribo cuentos y me falta la tercera parte de Post Scriptum.
      Y mi favorito: un retelling de los relatos de Poe para gente que no lee. Hay algún ejemplo en mi blog. Se trata de parodia y humor. Poe es muy bueno, pero ha envejecido cual churro no consumido, el pobre. Se ha quedado acartonado y ahora se hace difícil de leer. El reto está en despertar la sonrisa sin perder el terror. Poe es MUY GRANDE y este es el proyecto que yo uso para descomprimir, pero no tiene mala pinta del todo. El relato donde se gestó el proyecto es este: http://www.aliciaperezgil.com/?p=815
       Además acabo de cambiar de vida. Desde 2003 he trabajado como secretaria. 14 años llevo entre papeles y llamadas de teléfono, que ya son años. Acabo de darme de alta como autónoma y espero poder dedicarme durante mucho tiempo a escribir y a enseñar. Se está gestando un curso de copy, talleres de escritura creativa y desearía que mi Patron funcionara porque es una línea directa de comunicación con el lector. En el ínterin no me importaría nada trabajar de escritora fantasma. Me apetece, de hecho. Por aquí lo dejo 😊

miércoles, 5 de julio de 2017

"Inquilinos", de Alicia Pérez Gil



Esta es la tercera entrada sobre Alicia Pérez Gil para el proyecto AdoptaUnaAutora, y en ella voy a hablaros de su obra Inquilinos y de la lectura conjunta que hizo de ella la web Lanave invisible en la plataforma de lectura Goodreads. Inquilinos es una antología de relatos autoeditada y publicada en 2012, después de un largo período de sequía literaria (unos quince años), que recoge diez relatos de terror con ilustración incorporada. Como preparación a la lectura conjunta, La nave invisible le hizo a Alicia esta entrevista. La lectura tuvo lugar durante todo el mes de junio y cada uno de los relatos tenía su propio apartado para dejar comentarios. La participación fue bastante alta al principio, aunque luego fue decayendo, supongo que como pasa en cualquier actividad que dure más de unos días. No obstante, sí hubo un grupo de lectores fiel que se pasó por allí para dar sus opiniones y aportar algún matiz que a los demás se nos podría haber pasado por alto. Y Alicia respondió en los diez hilos. 



Hay una cosa que veo en Alicia Pérez Gil y no veo en otros muchos autores, y es la capacidad que tiene para conectar con sus lectores. Le gusta, se nota que le gusta. Le gusta leer sus opiniones, hablar con ellos, dar explicaciones. La he visto charlar cara a cara con alguno de ellos e iluminarse por completo. Alicia no quiere escribir; Alicia quiere que la lean, que la comprendan, que la quieran. Y yo diría que está yendo de maravilla por ese camino ella solita.

Y ahora sí, vamos a hablar de la antología. Como ya he dicho, consta de diez relatos de terror, de muy diferente longitud y temática, a cada uno de los cuales lo acompaña la correspondiente ilustración. Nueve de esas diez ilustraciones son del mismo autor, Jesús Guzmán Martínez; podéis encontrarlo en Facebook y en Instagram si os apetece curiosear sobre sus trabajos. Personalmente, creo que este tipo de ilustración encaja muy bien con la antología, porque produce exactamente la misma disonancia cognitiva de la que os hablé en la primera entrada sobre Alicia; relatos crudos, imágenes amables (incluso un poco infantilizadas). La otra ilustración corre a cargo de CalaveraDiablo, un ilustrador con un estilo muy diferente que sabe crear inquietud con sus trabajos, podéis comprobarlo aquí.

Antes de pasar a los relatos, me gustaría hacer una valoración general de la antología. Por una parte está la prosa, bastante cuidada (aunque necesita una pequeña revisión ortotipográfica), y por otra está el ritmo, a veces un poco intrincado de más. No es raro en este libro empezar a leer un relato y no enterarte mucho de lo que está pasando hasta un buen rato después. Es marca de la casa, me temo. A la autora le gusta sumergirnos en el desconcierto hasta que a ella le da la gana de dejarnos salir a respirar un poco. Y luego, al final, con un solo toque, nos saca por completo del desconcierto. Pero si hay algo recurrente en esta obra, son los escenarios con relaciones familiares conflictivas. Tanto, que puede llegar incluso a hacerse un poco pesado. Mi sospecha es que Alicia Pérez Gil nos habla a través del terror de algo mucho más cercano e inquietante, algo que no debe ser nombrado pero que todos podemos identificar si posamos en ello la mirada correcta. Nos habla al subconsciente y es desde allí desde donde dirige nuestra mirada. 

Y ahora sí, mi visión personal sobre cada uno de los cuentos. Y una noticia reciente: ¿Sabéis que un relato de Alicia ha sido seleccionado para el Visiones 2017, la antología anual de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT) en la que se descubren nuevos talentos?  Pues sí, eso ha sucedido. Podéis consultarlo aquí.

1.- Visita de cortesía. Mira que no me gustan los vampiros, ¿eh? Esos seres refinados y elegantes que viven atormentados en lujosas y oscuras mansiones, a la espera de que caiga la noche para saciar su sed de sangre con algún incauto y desafortunado humano. No, no me van los vampiros; pero este relato me ha reconciliado con ellos. No sé cómo lo hace, pero Alicia siempre consigue que me guste algo que a priori no me gusta nada. Aunque en este caso creo que sé lo que ha pasado; sus vampiros no se parecen en nada a lo que acabo de describir.

            La historia comienza, como suele suceder en sus relatos, con una escena cotidiana y un personaje más bien anodino. En este caso se trata de Mercedes, una mujer (¿secretaria? ¿ejecutiva? ¿negociadora?) que acude a una reunión en la que solo hay hombres. A partir de ahí se verá inmersa en una vorágine marcada por la lucha entre clanes de vampiros. Pero el valor del relato no está ahí, está en la descripción que nos hace la autora de los llamados “vampiros puros”, para lo cual nos traslada en el tiempo a una era en la que estos seres sobrenaturales se encuentran por primera vez con los humanos. Es ese mundo que desprende crueldad, primitivismo y supervivencia, lo que cautiva al lector y lo aleja de los típicos clichés del género. Solo por este relato, ya me alegré de haber empezado la antología. Y eso que era solo el primero. 

2.- Desobedientes. En este relato se nos presenta a un grupo de niños y niñas, compañeros de colegio, y se utilizan elementos usuales como miedos infantiles, ritos de iniciación y rivalidades. El ambiente es muy Stranger Things o incluso It… pero, como siempre, las cosas no son lo que parecen en las historias de Alicia. Y, también como siempre, no estoy nada segura de haber interpretado bien el fondo del asunto. La impresión clara que me ha quedado es la de que los monstruos que atormentan a los niños no son los verdaderos monstruos. Lo monstruos de verdad, los que marcan para toda la vida, son mucho más terribles que todo lo que pueda haber tras la puerta de un armario o debajo de la cama. 

3.- En las ocasiones especiales. Una mujer recluida en una residencia de ancianos contacta con una fotógrafa famosa que parece tener ciertas habilidades especiales. El relato entero es un diálogo entre estos dos personajes y lo cierto es que me ha sabido a poco.  Carolina, la fotógrafa, es una mujer fuerte, con una actitud escéptica ante el mundo y segura de sí misma; la anciana también es una mujer fuerte, que ve cómo se le escapa la vida y no se resigna a ello. La interacción entre ambas genera una dinámica llena de promesas que no llegan a cumplirse debido a la reducida extensión del relato.

Me ha costado un poco entrar en la historia, que para mi gusto peca de un exceso de descripción al principio. Es este uno de esos relatos que no gira en torno a sorpresas, sino que tiene como único elemento una idea brillante y unos personajes bien definidos. Su único defecto, tal vez, aparte de lo breve de su extensión, sea un cierto desequilibrio narrativo entre la primera parte y la segunda. En cualquier caso, el resultado es más que digno. 

4.- Melodía en verde. Este me ha costado. Mi mente racional intentaba entender lo que estaba pasando, así que he tenido que leerlo dos veces. El relato arranca con una mujer encerrada en algún sitio indeterminado, a oscuras, envuelta en una sensación opresiva de irrealidad y de alerta constante. Y todo es verde. La principal virtud de esta historia, a mi modo de ver, es el ambiente que se crea en tan pocas páginas, la manera de descolocar al lector desde el principio y de hacerle ver que no, que aquí no funcionan las reglas de narración convencionales. Eso y el final, que hace que todo encaje en un perfecto clic en el que la escena cobra sentido. 

5.- La rusa. Una mujer que, de nuevo, vive una relación familiar conflictiva, un embarazo adolescente que marca una vida y el amor incondicional hacia un abuelo. Esos son los elementos con los que juega este relato, todo ello aderezado con una serie de sucesos que de entrada parecen no tener mucha relación, pero que al final encajan como los engranajes de un mecanismo perfecto. Como siempre, hay que estar muy atento a la lectura, que puede parecer confusa en algunos momentos, para ver el hilo que la autora va tejiendo con el propósito de rematar el relato con una puntada segura y maestra.

6.- Hasta que crezca. En un mundo postapocalíptico en el que la gente vive recluida en sus casas, un hombre observa de manera asidua a través de un telescopio a una mujer embarazada. A medida que el embarazo progresa, el hombre parece establecer un extraño apego hacia ese futuro bebé. Este es el comienzo de un relato en el que, como siempre, la sensación de desasosiego es constante. La situación se vuelve más oscura aún cuando aparecen los huecos, una especie de zombis de los que todo el mundo se esconde y que han tomado por completo la ciudad. Las escenas finales tienen lugar en el hospital, después de que la embarazada haya dado a luz y el hombre que la observaba se presente allí con el fin de conocer a ese bebé, al que considera suyo. Por supuesto, el final, una vez más, no es inocuo. 
 
7.- Disfunciones. Aun siendo muy corto, este reato está contado en dos subtramas; la de un chico gitano que representa la lucha por la integración y la de un hombre que sufre una serie de disfunciones que registra e investiga por su cuenta. La historia arranca con Javier, el chico cuyo nombre gitano era Kavi antes de cambiárselo, y sus problemas con el patriarca del clan y con la aceptación de la leyenda de los mullos, una especie de vampiros en la tradición gitana. Pero la verdadera historia se cuenta en las reflexiones de Paco, que se encuentra recluido en un sótano y nos va relatando la verdad sobre su situación a medida que él mismo la va descubriendo. Ambas historias transcurren paralelas hasta que confluyen, de nuevo, de manera perfectamente coherente. 


8.- A la tercera. Este es uno de los relatos más cortos de la antología y, a mi manera de ver, también uno de los más simbólicos. La acción arranca con la llegada de Albert, un hombre bastante anodino y dominado por completo por su mujer, a la habitación de un hotel. Por la noche oye voces en la habitación de al lado y sospecha que algo malo acaba de ocurrir, pero no hace nada al respecto. Y esa decisión tendrá consecuencias importantes en su vida. El final del relato es uno de los más flojos de la antología, pero eso me parece hasta irrelevante. La autora dibuja la figura de una esposa―madre que lo abarca todo y que asfixia vitalmente a Albert, aunque me parece intuir que no es de Albert de quien habla en realidad. La sensación que me deja es muy fuerte y tiene que ver con la denuncia del conformismo y la indolencia, con la necesidad de no perder la identidad y de hacer lo único que uno puede hacer para no dejar de ser uno mismo; tomar decisiones. Este relato es, en sí mismo, un canto a la vida. 

9.- A las dos serán las tres. Uno de los más flojos de la antología, para mi gusto. Reproduce unos cuantos estereotipos en el tema de las infidelidades y presenta, una vez más, un conflicto personal entre los protagonistas. Creo que mi insatisfacción nace del ambiente general en el que se mueven los personajes, que percibo como rancio y anodino, hasta el punto de no conseguir que me interese nada de lo que suceda. El elemento fantástico es original y está bien resuelto, pero no ha sido suficiente para engancharme. 

 


10.- Código de circulación. Tremendo este relato. Unas chicas viajan con un perro en un coche y van viendo las expresiones de terror de las personas que van en algunos de los coches que las adelantan. Hacen una parada en una gasolinera y allí se encuentran con un chaval encerrado en el baño y que dice que no piensa volver a montarse en ningún coche. Es una historia muy corta y hay algún defecto de forma en ella, pero el conjunto lo compensa mucho porque deja un sabor de boca muy parecido al que lograba la mítica serie Creepshow en cada uno de sus episodios. 





 La antología está disponible en la plataforma Lektu, en la modalidad “Paga si te gusta”. 

Y como primicia, un último proyecto de Alicia llamado Extraño laboratorio de palabras incómodas, en el que podéis aportar vuestro granito de arena para que salga adelante. Se trata de un alfabeto ilustrado muy particular, como todo lo que hace ella.